SOS

La huerta valenciana ha sufrido en los últimos diez años la mayor destrucción de su historia; lo peor está por llegar: en los próximos diez años puede quedar reducida a menos del 5% o incluso desaparecer sin dejar rastro bajo toneladas de ladrillos y cemento. Es la esencia del pueblo valenciano. Junto con el clima, han forjado la cultura y el progreso de su sociedad.
Faltan iniciativas para su protección ambiental y viabilidad económica. La escasa rentabilidad que los agricultores obtienen de su esfuerzo (pago de auténticas miserias a sus cosechas) se suma al desinterés de las administraciones para tutelar el necesario proceso de modernización de las explotaciones, o para velar por unos precios justos frente a las actuaciones oligopolísticas de las grandes superficies. Las consecuencias las pagarán las futuras generaciones, en la pérdida de sus raíces, en una pobre calidad de su alimentación, en la desertización de sus paisajes naturales convertidos en bloques de cemento y hasta en la climatología de una ciudad que levanta muros de hormigón que impiden la entrada de las brisas del mediterráneo en la ciudad. Con la desaparición de la huerta se pierde también un rico patrimonio arquitectónico representado en sus barracas y alquerías, abandonadas a su suerte y convertidas en temporales viviendas para moradores de paso y acabar siendo demolidas.
La Huerta de Valencia y lo que queda de ella merece la atención de Europa, como patrimonio europeo, que permita aprovechar las oportunidades existentes.


Los huertos situados en la entrada de la localidad de Agullent han sido comprados para la futura construcción de naves industriales, quedando actualmente abandonados.
La acción empieza allí.








estrategias y tácticas

Recoger las naranjas que han caído al suelo: con las manos, capazos, cestas y carretillas.
Introducirlas en diversos vehículos para generar caminos (o líneas) desde los mismos árboles hacia la calle.
Acabar en un lugar transitado y emblemático que (a ser posible) le haya usurpado el espacio al campo, elaborando con las naranjas las iniciales S-O-S.

En esta acción se aprovecha la avenida principal (Avenida Albaida) de la localidad, que da entrada a la misma y es la más transitada; también el terminar en la Plaza de España, por ser un lugar de reunión vecinal, en la cual se erige la estatua del ángel caído, símbolo del pecado, que dirige su dedo índice hacia el lugar donde se escriben las iniciales S-O-S.

impresiones vecinales

Las reacciones de los moradores son diversas.
Se detallan algunos de sus comentarios:



Salen de sus casas, miran a través de las persianas, se asoman a los balcones, llaman a sus familiares y/o amigos, se acercan en grupos, preguntan, transitan entre las letras, andando, con las bicicletas, se llevan naranjas, las amontonan, se las pasan, juegan con ellas, las cambian de lugar, se las comen (las buenas)...



**
"Açò què és?"
"Serà pa' festes..."
"Açò pa que ho fan?"
"Són pa vendre-les?"
"Acabaet d'agranar..."
"No sé que estan fent..."
"Aneu a deixar-les ací?"
"Una boda? Algún novio?"
"Estan ficaes a posta, no??"
"Ixes taronges no le lleven?"
"Uy! N'he xutada una! On ha 'nat?"
"Qué acolorit estan dixan-mos el carrer!"
"Si passa algo en Agullent, ixim a vore què es"
"No m'imaginava que era una acció"
"Mare, mira... estan posan algo"
" 'Nem a seguir la línia!"
" Des d'on ve?"
" Aon va?"
" I esto?"
"Oh!"
*



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