"alcohol en vena, sang en carretera" es el mensaje que se dibuja en las vallas de los aparcamientos situados en el Campus dels Tarongers, Valencia.
Se acerca un nuevo fin de semana, y el uso de estas zonas cambia por completo del día a la noche. Durante las horas de sol se producen estacionamientos de vehículos en ellas. Pero al llegar el jueves, se llenan de miles de jóvenes, cargados con litros y litros de alcohol, que prefieren ignorar la ley que prohibe el consumo de alcohol en la calle.
El problema llega cuando después de la ingesta abandonan sus desperdicios en la calle y, además, pretenden desplazarse a otros lugares, generalmente con vehículos, sin importarles demasiado poner en peligro sus vidas y las de otros ciudadanos.
En la intervención se han utilizado latas de bebidas y refrescos, insertadas en los agujeros que genera el entramado de las vallas, que escriben el mensaje citado al principio, para alertar de la gravedad de tal práctica.
El mensaje es visible tanto de día como de noche; aprovecha que es un trayecto por donde transitan los estudiantes, bien para desplazarse a las aulas, bien para acabar bebiendo en ese lugar. De forma contínua y en cierto modo subliminal, el mensaje está presente cada vez que con el se cruzan, e incluso cuando han pasado de largo.
El proyecto sigue la línea de las adicciones, en esta caso, la del alcoholismo.
Se acerca un nuevo fin de semana, y el uso de estas zonas cambia por completo del día a la noche. Durante las horas de sol se producen estacionamientos de vehículos en ellas. Pero al llegar el jueves, se llenan de miles de jóvenes, cargados con litros y litros de alcohol, que prefieren ignorar la ley que prohibe el consumo de alcohol en la calle.
El problema llega cuando después de la ingesta abandonan sus desperdicios en la calle y, además, pretenden desplazarse a otros lugares, generalmente con vehículos, sin importarles demasiado poner en peligro sus vidas y las de otros ciudadanos.
En la intervención se han utilizado latas de bebidas y refrescos, insertadas en los agujeros que genera el entramado de las vallas, que escriben el mensaje citado al principio, para alertar de la gravedad de tal práctica.
El mensaje es visible tanto de día como de noche; aprovecha que es un trayecto por donde transitan los estudiantes, bien para desplazarse a las aulas, bien para acabar bebiendo en ese lugar. De forma contínua y en cierto modo subliminal, el mensaje está presente cada vez que con el se cruzan, e incluso cuando han pasado de largo.
El proyecto sigue la línea de las adicciones, en esta caso, la del alcoholismo.
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