mi vicio

El día 1 de marzo corté por lo sano. Casi 11 meses había convivido con "dreads" en mi cabeza. Empecé a percibir que mi energía se había estancado, no fluía. Además, el cuidado de las "dreads" se convirtió en la actividad que más tiempo me ocupaba. A cada instante, mataba los nervios llevando mis dedos a ellas, por una imperiosa necesidad de tocarlas, de sentir cómo estaban, si algún pelo se había salido de dentro, para volverlo a introducir; si encontraba espejos con varios puntos de vista, allí me tiraba horas retocándolas. En fin, debía cambiar, tanto mi actitud, como, porque no, mi imagen. Desde dentro, desde el convencimiento de cortarlas, hacia fuera.

el antes...




y el después...











No hay comentarios:

Publicar un comentario